martes, 10 de noviembre de 2009

"Yo te he limpiado el poto"

Aunque suene algo estúpido, y corra el riesgo de morir apedredado por una turba de escolares enardecidos, "a mi me gustaba el colegio", en serio, la rutina de los maestros, ver a los amigos, materse de risa con cualquier estupidez, tirarse pedos en clase, eruptar como un crater apocalíptico, joder al más mongo, en fin, todas esas delicias que hacen de un colegio de varones algo entretenido.

Hasta que un día, en pleno patio, veo caminar con ese paso medio apurado y la espalda ya algo encorbada la inigualable figura de mi abuela. Corrí como alma que lleva el diablo ¿qué pasa abuelita? ¿qué haces acá? - vengo a preguntar por tus notas y ver como vas en el colegio, quiero hablar con tus profesores.

Creo que la palidez de mi rostro empezó a ser notoria, los pelos estaban encrespados, la cara rigida y tensa producto de la mueca de ojos abiertos y sonrisa cuadrada. ¿qué pasa, no puedo? si ya te limpie el poto tengo derecho a saber tus notas.

Como explicarle a esa aguerrida señora que mas parecía la madre de Pachacutec, que eso me iba a costar por lo menos una semana de ser considerado poco menos que un estúpido y tierno dibujo animado y que eso en un colegio solo de varones era altamente peligroso; prefería mil veces ser azotado por el salvaje Atila que ver a mi abuela entrar por la puerta del colegio.

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