miércoles, 15 de julio de 2009

Las cosas claras

Mira mi hijito, las cosas como son. "Al pan, pan y al vino, vino". NO me vengas que a ti te gusta estudiar con música porque eso no funciona. O estudias o escuchas música, no puedes hacer las dos cosas a la ves porque no haces bien ni una ni otra.
Abuela, pero todos mis amigos lo hacen, además no tiene nada de malo porque así aprendo mejor. Con estos vanos argumentos intentaba justificar una acción a leguas desordenada, pero la lógica y más la autoridad de la abuela se imponían.
No me vengas con cosas que yo no se como estudian tus amigos, además ellos no tendrán una abuela que les enseñe como yo. Si que suerte tienen ellos. Así es que suerte tienen, cuando ya no estés estudiarás como quieras pero ahora, haces lo que te digo.

jueves, 9 de julio de 2009

A leer, no hay remedio

Por esos golpes del destino, me había roto la pierna en un juego de fulbito, y lo peor es que ni siquiera me gusta mucho el fulbito, así que tenía más roto el orgullo que la pierna. Inmovilizado en la cama, con el cuerpo entero pero sin moverme, no sabía que más hacer, pareciera que ese era el peor de los castigos. La picazón en la pierna producto del yeso empezaba a desesperar y el calor del verano no era de mucha ayuda.
Son esos momentos en que lo malo de uno es uno mismo. La tv no estaba al alcance y la PC no había llegado a mi casa y menos la Internet.
Como adivinando lo que pasaba la abuela me dejó un libro "sabes que no me gusta leer abuela" mientras "Viaje al centro de la tierra" me sonreía. "Abuela, no tengo ánimo de nada, me desespera el yeso y estar en la cama y quieres que lea..."
Volteando y con el dedo en alto sentenció "No hay mal que por bien no venga".

jueves, 2 de julio de 2009

A votar espinas

La única que se mantenía seria era la abuela, todos nos reíamos y es que ver al abuelo con unos tragos de más era un anécdota gracioso. Dicen que el alcohol libera a las personas, en el caso de mi abuelo sacaba lo mejor de él. Se convertía en un tipo por demás bromista, bailarín, se ponía a hacer bromas con todo el mundo y a tomarle el pelo hasta a la suegra.
Contaba historias 8las mismas de siempre) con algo que las hacía especial, exagerando hasta la demencia algunas actitudes o frases de los actores, casi siempre todos ellos familiares que estaban allí presentes, quienes se reían de si mismos, era un clásico las imitaciones del bisabuelo y de los compadres, de algún peón o algún sobrino algo más lento que el resto.
Pero cada vez que se acercaba a la abuela, su mirada lo hacía huir y más cuando la quería llenar de besos. "Vete a votar tus espinas donde comiste pescado" era la sentencia y claro, cuando lo veía alejarse con un nuevo anécdota en los labios, disimulada una sonrisa.