jueves, 9 de julio de 2009

A leer, no hay remedio

Por esos golpes del destino, me había roto la pierna en un juego de fulbito, y lo peor es que ni siquiera me gusta mucho el fulbito, así que tenía más roto el orgullo que la pierna. Inmovilizado en la cama, con el cuerpo entero pero sin moverme, no sabía que más hacer, pareciera que ese era el peor de los castigos. La picazón en la pierna producto del yeso empezaba a desesperar y el calor del verano no era de mucha ayuda.
Son esos momentos en que lo malo de uno es uno mismo. La tv no estaba al alcance y la PC no había llegado a mi casa y menos la Internet.
Como adivinando lo que pasaba la abuela me dejó un libro "sabes que no me gusta leer abuela" mientras "Viaje al centro de la tierra" me sonreía. "Abuela, no tengo ánimo de nada, me desespera el yeso y estar en la cama y quieres que lea..."
Volteando y con el dedo en alto sentenció "No hay mal que por bien no venga".

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